viernes, 20 de marzo de 2015

Cumplir 25: Me ahogo con una letra de la sopa de letras.



Lo supe en ese momento: La falla del cuerpo estaba en no poder integrar algo a través de la comida. Comencé a toser e intentar sobrevivir y ahora puedo decirlo: Me ahogo con una letra de la sopa de letras.

Común no es. Cotidiano sería, por ejemplo, morir atropellado o en medio de las balas cruzadas que viajan libremente por los aires mexicanos, pero no, yo me ahogo con una letra de la sopa de letras.

Me ahogan las letras, también las palabras, al no saber la diferencia teórica que para Lacan implica la cadena significante que entre ellas se enuncia.

Me ahogan las reglas de las palabras. Maestro de ortografía y redacción que ha decidido sumergirse entre los vértices de la Real Academia Española, el fracaso de la educación en México y la inspiración que en su ausencia solo anuncia la deflación de un deseo por ejercer la psicología clínica. 

Me pre-ocupa, para quedar en el pre y nunca en el indicativo.

¿Y esto qué indica?

Cumplo 25 años. Un cuarto de siglo donde he pasado de la rama cognitivo conductual recalcitrante, coquetearle al sistémico y comulgar con la perspectiva de género. Ahora, intento pasar los bocados de letra con un vaso de psicoanálisis, que a pesar de su carácter líquido, no fluye libremente en  mi entendimiento.

Al psicoanálisis hay que quererlo, dejarse acariciar por él para estar advertido de su empuje que corta, y a veces, en su carácter constante, hiere más de lo que uno cree prevenir cuando paga la sesión.

Por eso estoy aquí, a mis 25 años, con un título de psicólogo que espera una distracción de mi procrastinación (y ahora mismo me pregunto si este es el sustantivo correcto de lo que quiero expresar).

Esa es la duda: La palabra correcta en el contexto correcto. La duda no es el término, la duda es tener certeza de estar en lo correcto. Esa es la cruz del obsesivo, que como yo, espera que no se le vaya el tiempo en las cosas equivocadas.

Pensar.

Pensar en lo que vino y lo que fue, pienso en lo que vendrá ¿Qué vendrá? Mi acercamiento a los 30 y la imperecedera sensación del desperdicio. Me deshago, literalmente, es el guiño que me hago al cuerpo.

Deshacerse y desasirse: soltar al fin y al cabo cuando el fin no se lleva a cabo ¿Cuál es el fin?

Así puedo pasar horas, “retorciendo palabras de amor, intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo”. Pero, lo que no se dice se expresa a través del cuerpo ¿Qué es un cuerpo para el psicoanálisis? El ser y el cuerpo del sujeto no son lo mismo aunque en esa ilusión el imperio de la imágenes me quiera entrampar.

Las trampas del deseo.

Lo inalcanzable en su extensión infinita y solo delimitada por los efectos. Si antes me conocía por mis formas particulares de goce ahora me queda claro que eso es justo lo que quiero desconocer “¿Quién soy yo?” – Léase con voz trémula de “La Pantera de Figueras”.

“Volver al deseo” Eso sugería Gerardo Arenas hace unos días en la universidad de la monjita subversiva. Quizá necesito un tutorial de Youtube, como ese que justamente me enseñó a preparar la sopa de letras con la que casi me ahogo. Y en el casi, está lo imposible.

¿Sobreviviré a mi propio proceso de integrar cosas al cuerpo, o bien, a integrar un cuerpo?
Piezas sueltas, pues, el punto es saber de qué soltarse.

martes, 21 de mayo de 2013

"Grita Antes De Morir": La Normalización de las Scream Queens

Por Psic. Abraham Hernández Gaytán

Junio de 2008, el canal VH1 presenta su nuevo reality show llamado “Scream Queens” de la mano de las productoras Lionsgate y Twisted Pictures. Listo el set, listos los reflectores, comienza la función.

Diez actrices aspirantes competirán por convertirse en la próxima Scream Queen y ganar un papel en la sexta entrega de la exitosa saga del cine de terror “Saw” cuyas ganancias alcanzaron los 700 millones de dólares tras siete películas. En la primera competencia, ellas tendrán que suplicar por sus vidas frente a un asesino con una motosierra.

Los jueces: Shawnee Smith, la inolvidable y retorcida “Amanda”, James Gunn, escritor y director de Slither y de Dawn of the Dead, y John Homa como maestro de actuación. Los tres determinarán quien se quedará y quien recibirá "el hachazo", para ser eliminada.

¡Luces, cámara, acción!



Preséntate. Sonríe y posa novel actriz que te están filmando, que tu histrionismo compita a través de tus miradas con desdén. Debes saberlo de cierto “no siempre la más bella es la mejor”. Demuéstralo que este es tu momento, sabes que no todos los caminos llevan a Hollywood.

De pie, sumisa y profesional espera las instrucciones. Oculta el nerviosismo, aún no es tiempo de que muestres tu fragilidad. Ya lo sabemos, aún eres inexperta frente a la cámara. Demuestra lo que vales: Corre sin parar, grita tan fuerte como puedan tus pulmones jóvenes, cae al suelo y expresa tu dolor, mira al asesino fijamente, déjale ver que te resististe y espera que tu cuerpo mutilado te lleve al estrellato y a él y su cuchillo, a la gloria del culto cinéfilo.

Puedes no saberlo próxima Scream Queen, pero tienes una responsabilidad a cuestas. No me refiero a administrar el contrato millonario, ni lidiar con la fama que gozarás después de ganar el papel, tampoco evitar el olvido en el que caerás cuando el público salga de la sala de cine. Tu verdadero reto es encarnar y dar rostro a la normalización de la locura femenina en una cinta cuyos aficionados esperan verte llorar, sangrar hasta la última gota y finalmente morir por no haber sabido jugar al Juego del Miedo, por no haber sostenido con eficacia tu voluntad de vivir.

Pareciera fácil hacerlo, “todas las actrices lo hacen” podríamos pensar, sin embargo, lo cierto es que no cualquiera se convierte en una Scream Queen.

Scream Queen, o Reina del Grito es un anglicismo usado en la industria del entretenimiento para referirse a las actrices que han participado en películas de terror, ya sea como víctima o como protagonista femenina.

Son las caras nuevas, caras viejas, cabezas sin rostro donde lo que importa es la boca y el grito que emanan y que viene desde lo profundo, desde las entrañas, desde los recuerdos y las visiones de lo inimaginable, desde las conclusiones sobre la anormalidad que han observado y que los demás, a pesar de la reiterada insistencia, han ignorado. Son las locas. Es el grito desde la incomprensión, desde la frustración del escape. Son las víctimas. Es el grito de la persecución interminable, del entretenimiento que es la violencia. Son las muertas. Objeto de culto, admiración y negocio. Son sus cuerpos los que gritan, actrices que dan voz a las mujeres llevadas al límite, cuerpos que se cortan y se coleccionan. Son centro de la tragedia y el ejemplo del estrés post traumático.

Son las niñas poseídas, niñas malditas. Son las adolescentes pecadoras e insumisas. Las jóvenes amantes y curiosas. Las madres desesperadas, esposas incomprendidas. Las ancianas enloquecidas, sabias y guías de otras mujeres que se inician en su trayecto por el terror.

Mujeres, mina de oro del género. Algunas con mayor gloria, otras borradas por el tiempo, todas con una misma misión: Sostener que la locura es su terreno y la muerte es su destino.

El miedo no es sólo una de las emociones básicas, el miedo se transforma y se convierte en placer durante una función a oscuras. Ineficaces son ya los monstruos, vampiros, brujas y hombres lobo. Lo de hoy, dicen los que saben, es el terror psicológico.

¿Qué representa una Scream Queen? ¿Cómo entender la normalización de la que son agentes? Hagamos una radiografía de dos de los personajes clásicos a lo largo de estas páginas. Juntemos los pedazos de sus cuerpos atravesados por el castigo y analicemos qué es lo que quisieron decirnos a través de su grito.


“El Cuerpo de Cristo te gobierna”: La poseída Regan MacNeil


Iniciemos con “El Exorcista” de 1973, La cinta que revolucionó el terror en occidente y que tuvo a Linda Blair como la pequeña Regan MacNeil, su protagonista.




La visión aguda es necesaria, un pequeño detalle es inscrito en una escena difusa cuando la madre regresa de un día de filmación: El inicio de la posesión de Regan ocurre el día de Halloween, la Noche de Brujas. El simbolismo usado puede no ser accidental pues representa en sí mismo la transición entre ambos fenómenos.

Pero ¿Qué se juega en esta escena? Michel Foucault señala que es la figura de la bruja quien preparó el terreno para que históricamente apareciese la mujer poseída como tecnología de control. A diferencia de la bruja, a quien se le atribuye el pacto explícito y por iniciativa propia con el diablo a cambio de poderes, la poseída es una religiosa que carece de esa voluntad malévola y su cuerpo inocente es invadido por un demonio sin que ella pueda evitarlo.

Pero Regan MacNeil no es para nada una religiosa, es tan sólo una niña de doce años que desde la inocencia que le es concedida por su virginidad, juega a la Ouija con el Capitán Howdy, quien es realmente el demonio Pazazu, a quién se enfrenta el Padre Merrin años antes en África, y que ha de realizar su exorcismo.

Para Foucault, la posesión implica la aparición de una matriz de tres términos: La poseída, el demonio y el confesor, en este caso Regan, Pazazu y los Padres Karras y Merrin. Coincidiendo con el autor, la figura del confesor se desdobla sobre sí misma, puesto que primero estará el buen confesor con licencia y luego el confesor que se vuelve malo, mismo que llega a tal estado a través de los conflictos mismos de la institución eclesiástica. La primera figura corresponde al Padre Merrin, la segunda al Padre Demian Karras.



Ocupémonos de la poseída que es quien se resiste al diablo. Aparece en ella una dualidad: lo que dependerá del diablo y ya no será ella, convertida en máquina diabólica y otra instancia que será ella misma, receptáculo resistente que contra el diablo hará valer sus propias fuerzas, esto de acuerdo a Foucault. Pero en ella de acuerdo al autor, la voluntad está cargada con todos los equívocos del deseo. La voluntad quiere y no quiere, se afirma y se sustrae de inmediato.

La voluntad de Regan parte de la curiosidad, lo malo es que dicen que la curiosidad mató al gato. Es su madre, una actriz famosa y reconocida, quien deja sola a Regan y su necesidad de experimentar. Chris MacNeil, mujer de fiesta y erotismo es mostrada como una madre no dedicada al cuidado exclusivo de su hija. La mala mujer es del ámbito público cuyo castigo será la culpa y el remordimiento. Pero si la poseída no puede evitar serlo, su madre tampoco podía evitarlo. En este caso la curiosidad infantil es y será castigada creando un arquetipo en el cine: Los niños malditos, cuya época dorada aparecerá con el cine de terror japonés, pero que en su occidentalización en la década del 2000 encuentran origen en Regan MacNeil.

Regan decidió jugar con el diablo, pero su voluntad de hacerlo no puede ser considerada como la de las brujas ya que al interactuar con el Capitán Howdy no existió un pacto con él, aunque pueda atribuírsele responsabilidad por el ejercicio de su voluntad.

Podría pensarse también que los niños no son conscientes, no son sujetos de voluntad jurídica, por lo que únicamente pueden ser vigilados, pero lo cierto es que es la sustracción de su voluntad permite la disculpa del acto, ya que el hecho de jugar con la Ouija representa la afirmación y la escena donde escribe “Help me” en su abdomen, la sustracción, siendo este acto la resistencia observable al demonio.

Foucault señala que la posesión aparece en el núcleo interno, donde el cristianismo se esfuerza por instalar sus obligaciones discursivas, en el cuerpo mismo de los individuos.

Examen de sangre, electrocardiograma, pruebas de reflejos y temperatura, se inicia el estudio del cuerpo de Regan. El saber de la medicina ha dicho que todo mal se encuentra en las disfunciones orgánicas, sin embargo, toda una mesa de médicos no sabe con certeza qué es lo que le ocurre, la respuesta rápida es un “desorden de los nervios”, hiperactividad, baja concentración. La cura son diez miligramos de Ritalín porque Regan “tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad”, dice el que dice que sabe pero que en realidad no sabe “tal vez tiene sobrereacciones por la depresión”. Cabe resaltar que ese médico hablante aún no es el psiquiatra, pero la medicina, saber cuyo objeto de control del cuerpo tiene que dar un diagnóstico para no mostrar que puede ser rebasado en su conocimiento y gobierno de la corporalidad. Antes de perder la batalla contra el demonio por el cuerpo de Regan, prefiere introducir a la iglesia a la matriz de la disputa.



¿Y si el cuerpo y su fisiología no dan respuestas? Entonces las darán la conducta observable. “¿La niña dice groserías? ¿Mentiras? ¿Tiene interés por la sexualidad?” “No se preocupa por ello”, responde la madre. La conducta debe ser confesada por medio de la vigilancia a la que la madre está obligada por el hecho de serlo.  

Pero es sabido que ese cuerpo está dotado de capacidad sensitiva, que el individuo está sujeto al dispositivo de la sexualidad que sugiere que se exploren los cuerpos pero a la vez castigar el hecho, una adolescente no sería la excepción.

Regan aunque es mujer, es perseguida como cualquier otro niño masturbador porque en esencia última el cuerpo de las mujeres está histerizado, saturado de deseo y es la base de las demás persecuciones del dispositivo. Por tanto, el comportamiento sexual de Regan hasta este punto es preponderante.

Si ella no presentaba interés por la sexualidad ¿qué pasa con la transgresora y espanta morales, escena de la masturbación con el crucifijo?

La posesión es una impregnación que se efectúa por medio de un juego de pequeños placeres, de sensaciones imperceptibles, de minúsculos consentimientos, de una pequeña complacencia permanente en que la voluntad y el placer se enredan uno en el otro y, en cierto modo, se retuercen uno alrededor del otro y producen un engaño  (Foucault, 2001).



Es claro que la masturbación de Regan no fue una sensación imperceptible, su cuerpo sangra y escurre como muestra del desbordamiento de su sexualidad, y si es cierto que no presentaba interés alguno en ello, el demonio Pazazu es quien le muestra el placer sexual. Podemos pensar que el diablo la penetra a través del crucifijo mostrando el interés incongruente en silencio y habla, de la religión cristiana por la sexualidad. Y, aunque la bruja es aquella que es poseída sexualmente de acuerdo a Foucault y no la mujer posesa, cabe la duda razonable si Regan utilizó al diablo para satisfacerse o si esto fue obra demoniaca. He aquí el juego del engaño al espectador.

Regan-demonio va más allá, obliga a su madre a besar su vulva. En el acto el diablo confronta a su madre con su propio comportamiento erótico. La familia burguesa saturada de deseo se hace presente con la prohibición del incesto, dejando ver que la concepción religiosa del acto corresponde al pecado. Así, el demonio señala la hipocresía de la institución eclesiástica, el demonio no teme a la patologización de la perversión sexual, comulga con el Marqués de Sade y coloca a la niña como objeto de deseo y agente activo de su propio deseo.

Y sobre la hipocresía y las inconsistencias internas de la institución, encontramos al Padre Karras, el desdoblado confesor malo.

Demian Karras es el asesor psiquiátrico de la iglesia local. Especializado en el saber de la medicalización, concibe al exorcismo como una práctica arcaica y contraproducente para la salud de Regan. Sabiendo que la psiquiatría se ha hecho cargo de aquello que la iglesia no pudo resolver, es decir, la locura y específicamente la convulsión, el padre Karras se ofrece como psiquiatra de Regan a pesar de que la madre lo solicita como sacerdote. Pero al descalificar al exorcismo, el padre reniega de la efectividad de la iglesia. Encrucijada. Karras debería dar respuesta a la posesión, es sacerdote y psiquiatra. Sin embargo, el estudio de la convulsión sirvió a la medicina para señalar la magia y misticismo de la que se envuelve a la iglesia ¿A quién entregará el cuerpo de Regan? ¿A Dios o a la medicina? ¿Cómo saber cuándo se cruza la línea? La efectividad de la competencia profesional se pone en juego ¿La mejor opción era que un sacerdote psiquiatra realizara el exorcismo o era preferible que la batalla por el cuerpo se llevara a cabo por entidades separadas? No se puede servir a dos amos.

A pesar de lo anterior, estas preguntas que quizá no fueron planteadas por quienes deciden enviar a Karras, el alto costo de imagen y reputación que representa a la iglesia realizar un exorcismo en pleno siglo XX será pagado por medio de Karras y su saber científico, ya que es en él donde se depositará la justificación del acto como moderador interno.

Karras es un hombre de lucha, es boxeador además, se supondría que el debería tener la fortaleza requerida. No obstante, los médicos, una vez agotados sus recursos, legitiman el uso del exorcismo al considerarlo un acto de sugestión que provocará mejoras en el sujeto que tiene, según su conocimiento, posesión sonambuliforme.

El límite de la psiquiatría y la religión que muestra “El Exorcista” radica donde el otro ya no puede controlar la convulsión, son entrada y salida de un mismo círculo. El padre Karras será confesor por ambos roles, pero no es un médico laico del todo ni es tampoco un buen sacerdote y mucho menos se encuentra con plena fortaleza.



Uno de los preceptos religiosos más difundidos es la ayuda al menesteroso, mismo que no es seguido por Karras cuando se descubre el abandono en el cual mantenía a su madre y que es evidenciado por el demonio, demostrando que aquél que intenta sacarlo del cuerpo de Regan, se encuentra también habitado por la maldad de la que es parte al no haber ayudado a su madre, al no cuidar el templo de Dios que es el cuerpo y que él contamina con alcohol y cigarro. El Padre Karras ha perdido la fe en la iglesia y el diablo lo sabe.

Si la convulsión de Regan “no deja de ser en los términos de la dirección de conciencia, aquello mediante lo cual va a sublevarse corporal y carnalmente contra sus directores, al extremo de entramparlos y contraposeerlos”  (Foucault, 2001), la sublevación de Karras  a la iglesia no es suficiente con enunciar la pérdida de la fe. Es necesario ir más allá.

De acuerdo a Foucault “hay que romper ese mecanismo en el que la dirección se invierte y se embrolla. En esa medida, hace falta un corte radical que transforme la convulsión en un fenómeno autónomo, ajeno, completamente diferente en su naturaleza de lo que puede pasar dentro del mecanismo de la dirección de conciencia. Y esa necesidad, se volverá tanto más urgente en la medida en que las convulsiones se articulen más directamente en una resistencia religiosa o política”.

Por tanto, no basta que el demonio dirija la conciencia de Karras al hablar con la voz de su madre y recriminarlo. Es notorio que el padre no es capaz de separar y ser eficiente como sacerdote, psiquiatra y persona a la vez, y es que su presencia allí poco tiene que ver con Regan y la labor cristiana, tiene que ver más con la búsqueda del exorcismo de sus propios demonios después de la muerte de su madre. Si la conciencia es justo el origen de su malestar, Karras busca crear su propia convulsión como síntoma de la resistencia religiosa, pues dice Foucault que es “la liberación automática y violenta de los mecanismos fundamentales e instintivos del organismo humano”. Tomando del cuello a Regan, pide a Pazazu que se apodere de su cuerpo. Una vez poseído Karras, lucha contra el demonio y sí mismo. En el caos todos pierden, se lanza por la ventana y acaba con su vida.

Karras falló, El Padre Merrin lo dijo por él: “Gracias a Dios mi voluntad es débil” y esa debilidad fue evidente al permitirse escuchar al demonio. El sacerdote que no debe ensuciar sus oídos con el contenido de los pecados del confesado y que sabe gracias a su entrenamiento de esta técnica de control básico, sucumbió ante el deseo de escuchar a su madre. El buen confesor con licencia, el Padre Merrin se lo dijo: “El demonio mezclará realidad con engaños”. Pazazu sedujo a Karras. “El punto es hacernos desvariar, rechazar la posibilidad de que Dios nos ama”, pero como dice con sabiduría cierta canción: “Dios odia a los cobardes” y la biblia le da la razón: “Dios vomita a los tibios”. Karras fue cobarde y tibio.  

¿Cuál es el legado simbólico que deja “El Exorcista” y que sigue vigente en la actualidad? La importancia del falo en la posesión. Las mujeres son generalmente las poseídas, los hombres no.

El cine de terror como cualquier otro género construye subjetividad, y a su vez, retrata a la sociedad desde la relación entre su realidad e imaginario social. Es también una forma de ordenamiento. Por tanto, fílmicamente un hombre que hace pacto con el diablo en la mayoría de las ocasiones se encuentra motivado por la seductora idea de expandir su poder, acrecentarlo mejor dicho, ya que debió ser poderoso desde un principio para entablar una negociación con el diablo. Es poderoso desde la idea de que los hombres tienen falo y por tanto las mujeres son las carentes, los hombres son los seres omnipotentes, y si un demonio entra en él, no se considera poseído, la interpretación dada es que el hombre se convirtió a sí mismo en demonio bajo la concepción de que es tan poderoso que incluso tiene el poder de controlar al demonio. Por tanto, ese hombre con el demonio dentro no es significado por el público como alguien a merced de otro.

El poder ganado trae consigo admiración, expande su misión masculina de dirección en colaboración de otro demonio, que por supuesto debe ser también masculino, ya que las mujeres demonio son vistas sólo como aquellas que tientan, que ofrecen poder a través de su sensualidad, son el extremo de Eva, son la serpiente.

En “El Exorcista” Regan no tiene falo pero el padre Karras sí. Regan como mujer es carente, incompleta y por esa falta es que el diablo puede entrar. Pero Karras no está incompleto, por eso si el demonio entra en él es porque él mismo se lo pide. Karras puede enfrentarse al diablo porque ambos son hombres, ambos tienen poder y puede expulsarlo de sí mismo.



Pocas son las películas donde un hombre es poseído, sin embargo, en “Posesión Infernal”, remake de 2013 de The Evil Dead, ocurre una confirmación de lo anteriormente dicho. En la película son cinco protagonistas, tres mujeres y dos hombres. Es uno de ellos quién despierta al diablo pero éste no lo posee a él en primera instancia, invade el cuerpo de la mujer que se encuentra rehabilitándose de su adicción a las drogas.

Es el hermano de esta mujer aquél que funge como combatiente del demonio y se encarga de la protección de las demás. Todas ellas son poseídas. El otro hombre muestra un vínculo homoerótico con el hermano, es también poseído.

La diferencia entre estos dos hombres es que el hermano no responde a la homoerotización. Este acercamiento con la feminidad es el vehículo que permite su posesión. La masculinidad de este hombre se pone en duda y por ello pierde el falo con su condición de hombre no completamente heterosexual. La incompletud permite que otro hombre lo posea.

El hermano pide al demonio que entre en él porque él si puede derrotarlo. De esta forma se inscribe que el poder pertenece a los hombres y las mujeres únicamente lo tendrán siempre y cuando un demonio masculino con el poder de su falo, entre en ellas.




Linda Blair fue nominada al Oscar y ganadora del Globo de Oro por su interpretación de Regan MacNeil, sin embargo, Linda Blair, una de las primeras Scream Queen nunca pudo consolidar su carrera. Regan ha perdido su nombre en el imaginario social, es llamada simple y popularmente como “la niña del Exorcista”, porque la locura no tiene nombre propio, el paciente es sólo eso, la psiquiatrización difumina las identidades y los convierte en “casos”, en subjetividades de expediente, uno de tantos. Poco importa que la historia de Regan se haya basado en la posesión de un hombre adolescente de 14 años, queda confirmado que políticamente luce más que sean las mujeres las locas.  

La Sangre Histérica: La locura de Carrie White.

Tres años después de Regan MacNeil, aparece nuestra siguiente Scream Queen, Carrie White, interpretada por la ganadora del Oscar Sissy Spacek. Carrie (1976), es la primera adaptación cinematográfica del primer libro de Stephen King y que habría de catapultarlo como “Maestro del terror”. Existe también el remake de 2002 hecho para la televisión con Angela Bettis en el rol principal. “La Ira: Carrie 2” presentó a Rachel, la media hermana de Carrie, y próximamente a estrenarse en otoño de 2013, vendrá una nueva versión de la historia original. Sin duda, es un personaje que ha creado un arquetipo en sí misma y un hito del género, pero ¿quién es ella? ¿Qué es lo que su cuerpo grita?



Carrie es una adolescente próxima a graduarse de la escuela secundaria. Como las brujas, su cuerpo se encuentra marcado, el desaliño es la muestra de su rareza, es la cara que se oculta detrás del mechón de pelo en los ojos, las piernas vírgenes debajo de las faldas largas. Un día, después de las clases deportivas decide ir a las duchas de la escuela. El agua cae sobre su cuerpo y frota placenteramente sus senos, es quizá el único momento en el que se siente dueña de sí, lo que no esperaba es que en ese momento menstruaría por primera vez enfrente de todas sus compañeras, las mismas que saben, dicen y señalan que es Carrie la loca.

Aparece la sangre, el simbolismo más frecuente de la cinta. Emana desde la naturaleza de la mujer a su encuentro con el significado social. “Tapónalo”,  “tapónalo”, gritan las compañeras quienes le lanzan toallas sanitarias y tampones. Ellas lo saben, no es bien visto que algo salga de la vulva si no es un hijo, en su cuerpo sólo se puede entrar. Carrie grita histérica. Su madre, la fanática religiosa, nunca le habló acerca de la menstruación, ella no estaba dispuesta a ver la diferencia entre inocencia e ignorancia. Carrie cree que está muriendo, es grito de la angustia por el propio cuerpo.

La sangre es el inicio de la sexualización explícita. Permite que el espectador observe la impureza de la supuesta mujer pura. Se asocia la sangre con el horror, pero no es como se presenta generalmente en el cine de terror. No viene desde el apuñalamiento o la amputación, viene desde el órgano sexual de las mujeres, con lo cual, se apareja que el cuerpo de la mujer esconde horrores inimaginables que ni siquiera ella conoce.



Podría parecernos sorprendente que Carrie no conociera los procesos de su cuerpo, pero lo cierto es que esa carne nunca le había pertenecido hasta este momento. Su cuerpo era materia de la madre y objeto de placer de los otros, no un placer sexual, sino del regocijo que surge desde visualizarse mejor que alguien y evidenciarlo, es el regocijo de la jerarquía y el sometimiento.

Pero la crisis de ansiedad no vino sola, se acompañó del inicio de sus poderes telequinéticos. Esto nos  deja ver que en la cinta, la locura tiene como origen una angustia sexual.

Las relaciones de Carrie White son peculiares. Michel Foucault señala que una técnica de control implica lo que el individuo se apropia para controlarse a sí mismo, se subyuga y se ve atrapado por el dispositivo, el cual genera tipos de individuos específicos. El sujeto se encuentra atado a su identidad, al conocimiento de sí mismo, al control de los otros sobre él, posicionándolo dentro de relaciones de poder. El poder sólo existe en tanto relación y la relación lo es todo. ¿Cuáles son las relaciones de poder de Carrie?

La religión - y su madre Margaret como agente directo - han creado a Carrie como un sujeto específico controlado, aislado de la libre convivencia y acto, atada a la culpa del simple pensamiento. Su madre, al igual que Dios, todo lo ve y todo lo sabe. Es el panóptico religioso, la confesora omnipotente que no necesita el discurso de Carrie para saber sus pecados porque “los jóvenes viven en una era sin Dios”. “Eva fue débil y la castigó con la anatema de la sangre”. Incluso sostiene que si Carrie nunca hubiese pecado con la lujuria, nunca habría menstruado. La sangre es su prueba de que la sexualidad está maldita y por ello Margaret ha decidido alejarse de ella.

El poder pastoral rige el vínculo de madre e hija. La familia en este caso específico resulta más totalizante que individualizante en su ejercicio de poder como institución.

La relación de poder que la madre quiere establecer con su hija es la dominación absoluta, la total redención a Dios, pero Carrie ejerce resistencia. El encuentro con su sexualidad la dota de algo nuevo que le es propio y que no desea compartir con su madre. El impacto de la sangre la conecta con otra realidad que es ella misma. El conocimiento de sí que tiene la adolescente a partir de este momento es que ella es “rara y no quiere ser como su madre”.

Ha sido dividida en su interior como de los otros, lo cual la ha objetivado como “la loca”. Sabe que la religión ha sido la tecnología de control utilizada con ella y que la ha convertido en un sujeto que por ganar la gloria eterna, ha perdido la dicha terrenal, pero la lucha de resistencia al poder no se dirige al enemigo principal, sino al inmediato, en este caso es su madre.

La resistencia de Carrie hace que se cuestione su propio estatus, enfocándose en aquello que la ha hecho diferente y separada de la vida comunitaria, la respuesta que encuentra es su propio temor a los otros, pero es temor recíproco, los otros también le temen por su rareza. La individualización que ha hecho su madre la ha convertido en su propiedad privada. Sin embargo, cuando lo grita a su madre ésta la acusa de ser una bruja pues no sólo ha reclamado, ha vuelto a mover los objetos con el poder de su mente. Esto no puede ser tomado como una coincidencia en las películas de 1976 y 2002, ya que la resistencia al poder se asocia inmediatamente con locura, si ella está loca su lucha debe ser desestimada ¿Cuándo se ha visto que en una película de terror una mujer sea creída? Sus conclusiones siempre tienen que ser validadas por la figura masculina protagónica, pero en Carrie, ésta no existe.




Por otro lado, puede ser que Carrie no haya tenido un pacto explícito con el diablo, pero para la madre “después de la sangre vienen los hombres”. Si Carrie tiene poderes es porque necesariamente ha pecado de lujuria con el mismo diablo, hombre por supuesto. Su hija pasa a ser de la clase de mujer que se llevó a su esposo cuando fue tentado (esto en la versión de 1976, ya que en el libro y en la versión de 2002, el padre muere antes de que Carrie nazca). Por tanto, se exhibe que toda mujer que tenga algún acercamiento con la sexualidad ocupa el lugar de la prostituta.

La función de la madre poderosa es también vigilar y castigar. Cuando Carrie le dice que Tommy Ross la ha invitado al baile de graduación, la toma del cabello arrastrándola por la casa y la encierra en el cuarto de castigo para rezar, sin embargo, la escena habla por sí sola. Dentro se encuentra una figura de Cristo con rasgos sumamente similares a los de Margaret. Su madre es Dios Padre, hijo y espíritu santo. Si la deidad es todopoderosa, la relación con Dios-Madre debe ser total también, la angustia por la sexualidad es compartida como producto de la simbiosis materna. Ambas están saturadas de sexualidad, del cuerpo de Carrie emana y en el cuerpo de Margaret se encuentra recubierta por el vestido, por ello es comprensible el impacto vivido al ver a su hija en el vestido de graduación mostrando parte de sus senos; se aterra porque la confronta con aquello que nunca quiso ver de sí misma. La madre siempre está hablando de sexo aunque no lo mencione.

Pero el poder requiere de un saber que lo legitime, se vale de él y además es su producto.
Como acto de resistencia y separación de la madre, Carrie investiga en la biblioteca el origen de su poder y se encuentra con el concepto de telequinesis y sus implicaciones.
Para ella poco importa si la parapsicología es un saber científico o no, para efectos prácticos es un saber y se desdobla con todos sus efectos. Pasa de una matriz de control a otra, de la religión al misticismo, pero para ella es un desplazamiento propio y le da un nuevo conocimiento de sí.

Al conocer y aceptar su condición de telequinética, comienza a practicar sus habilidades (lo cual no es mostrado en la película de 1976, sin embargo es un elemento importante del libro y que sí se muestra en la versión fílmica de 2002). No existe un pacto con el diablo, no es una bruja clásica, sin embargo no es posible dejar de subrayar que sí acepta el poder sobrenatural que le es dado. Es la única forma posible en que Carrie se apropie de su cuerpo hasta ese momento.

Más tarde, la Señorita Desjardin (Collins en la versión de 1976) le muestra a Carrie el potencial de belleza que posee. A partir de ello, por primera vez pinta sus labios y confecciona su vestido de graduación con un escote pronunciado. Al verlo su madre le dice:

-       Rojo, debí saber que era rojo (color de la sangre y generalmente asociado a la sexualidad).
-       No es rojo mamá, es rosado.
-       Desde aquí puedo ver tus sucias protuberancias.
-       Se llaman senos mamá, senos. Todas las mujeres lo tienen, tú también los tienes.

Con ello, Carrie intenta evidenciar la simbiosis sexual que viven, pero bien dice Marcela Lagarde que las madres ven en las hijas el reflejo de la propia traición femenina. Para la psique de Margaret, la ofensa de Carrie no es hacia Dios, es hacia ella porque se atreve a ir a donde ella se ha negado. La traiciona en el pudor, la castidad y la abstinencia.

La madre la incita a quedarse, podrán rezar e implorar perdón. “Quemaremos el vestido juntas” le dice, para con el fuego purificarse como la bruja que ve en ella y por la simbiosis también en sí misma. Pero ante el poco convencimiento le grita repetidamente “Se reirán de ti”, mientras se jala el cabello con fuerza. Llena de ira, Carrie lanza a su madre a la cama dos veces. Claramente intenta con desespero romper la fusión con ella haciéndose cargo de su propia sexualidad, dejándola sola con su represión. Stephen King y los directores de las versiones, nos muestran que la insumisión de la hija tarde o temprano deberá ser castigada.




La adolescente asiste a la fiesta de graduación, sin saber que Chris Hargensen, antítesis de Carrie, le ha tendido una trampa al postularla como reina del baile. Durante la noche, Carrie se relacionará con los otros positiva y satisfactoriamente, aprenderá a bailar y será besada por vez primera por el guapo Tommy Ross, quien parece olvidar que ha llevado a Carrie al baile como favor a su novia Sue Snell.

El placer, la transgresión, la separación de la madre y la sexualidad se coronan. El público le aplaude y Chris Hargensen jala la cuerda que se encuentra atada a la cubeta llena de sangre de cerdo que se encuentra estratégicamente arriba de Carrie. La sangre cae sobre ella, el balde de sangre fría la conecta de nuevo con la realidad. “Se reirán de ti”, la voz de su madre le da vueltas. Carrie ha pagado el precio de ser normal, porque serlo siempre implicará un costo de sujeción. El grupo de los normales se protege y se protegerá a sí mismo marcando el límite de exclusión al aspirante. Y es que una vez que la etiqueta de anormalidad se instala, la sociedad marca que ya no hay vuelta atrás.




Entre la gente, Carrie mira a la Señorita Desjardin riéndose también. La mujer que la incitó a vivir su sexualidad también se burla. La bruja sin pacto comienza su venganza y cierra las puertas para que nadie salga, sabiendo que lo único que no debió dejar salir fue su propio deseo.

Carrie incendia la escuela con todos dentro. El fuego utilizado para purificar a las brujas será inútil para purificarla a ella pues la sangre sigue sobre su cuerpo, marcando que disfrutar la sexualidad está prohibido para las mujeres, pero a la vez la escena nos señala que todo malestar tiene un origen sexual, ya que si ella hubiese vivido con plenitud ésta área nada hubiera ocurrido tal vez; la contradicción es la paradoja del dispositivo de la sexualidad.

La sangre marca también que las madres siempre tienen la razón cuando vigilan y castigan; que cuando eres una anormal debes ser neutralizada y castigada; su cuerpo con todo y habilidades telequinéticas es material de política de salud pública, Chris Hargensen fue el agente sanitario.




El libro, a diferencia de la película de 1976 y 2002, gira sobre preguntas clave ¿Había un instinto de maldad en Carrie White? ¿Hubo algo que la enloqueciera, y si es así, dónde está el origen? ¿Hasta dónde llegó la voluntad de Carrie? ¿Es víctima o victimaria?

Las respuestas a las preguntas anteriores serán diversas dependiendo desde donde se le aborde. Si conceptualizamos la telequinesis de Carrie como un posible síntoma de origen sexual, o si pensamos que tenía dificultades en habilidades sociales o bien de control del enojo, represión sexual o un largo etcétera, se sigue pensando en simple patología lineal, encontrar la causa para comprender el efecto, buscar algo que se pudo normalizar en algún momento en Carrie si hubiese recurrido al psiquiatra. Pero ni en las películas ni en el libro hubo intento alguno de normalizarla, ya que ni siquiera el deseo de Sue Snell de ayudarla forma parte de lo que entendemos en la actualidad por rehabilitación. Es más, ni siquiera la madre es esquizofrenizante como es conceptualizado por el modelo sistémico de terapia familiar. No, la función de Carrie cinematográficamente no es verla como un caso de posible cura, su función es sentar un precedente en la peligrosidad de la furia femenina, en lo peligrosa que es la menstruación y la desobediencia a la madre.

Carrie White regresa a casa después de matar a Chris Hargensen e incendiar a casi todo el pueblo que no la aceptó (esto sólo en el libro y la película de 2002, la de 1976 omite este acto).

Lava la sangre y se viste de blanco, pero Carrie no recupera con ello la pureza perdida. Es momento de la confesión. Su madre cuenta como cierta noche su esposo llegó con olor a cantina y la miró lascivamente, ambos rezaron implorando fuerzas pero sucumbieron al deseo y su madre, lo disfrutó, gozó del sexo por primera y última vez. Así nació Carrie, hija del pecado y la debilidad de los cuerpos que se atrajeron. “Debí haberte devuelto a Dios cuando naciste”. La adolescente cuenta la humillación que sufrió y pide a su madre que la abrace, momento que ella aprovecha para apuñalarla y con ello hacer lo que piensa que debió hacer desde el principio: Matar a la bruja.

Pero Carrie no pudo separarse totalmente de su madre, si ella muere su madre lo hará también. La simbiosis convierte a Margaret también en loca.




En el libro y la película de 2002, Carrie mata a su madre provocándole telequinéticamente un paro cardiaco, sin embargo, en la de 1976 que es la versión que crea el arquetipo de la loca vengativa y la que se ha quedado en el imaginario social, Carrie apuñala a su madre en las manos y en el torso, dejándola en la pose de San Sebastián, intercambiando las flechas por cuchillos. Posterior a esto, la casa se derrumba sobre ambas. No obstante en la historia original y en la versión de 2002, llueven piedras sobre la casa de Carrie, mismas que acaban por destruirla.

Es sabido popularmente que Jesucristo salvó a una mujer que iba a ser apedreada por pecadora, y que finalmente es redimida y purificada. Pero con Carrie no hubo reparo de la falta, las piedras caen del cielo lo cual inscribe y nos muestra que la loca no tiene salvación divina ¿Por qué? Porque posiblemente la voluntad de Carrie si fue asesinar a sus compañeros. La invención de la voluntad es siempre un atenuante en el delito. Si esa fue la voluntad de Carrie se legitima entonces que Margaret haya querido matar a la bruja, la muerte de Carrie fue un bien a la humanidad visto desde esta perspectiva, o al menos así lo ve el pueblo y el propio Brian de Palma, director de la cinta de 1976 quien finaliza la película con Sue Snell caminando hacia la tumba de Carrie donde se lee “Carrie White arde en el infierno”. Tal vez así, y sólo así, Carrie descanse en paz.

Julianne Moore como la próxima Margaret White en Carrie (2013)

Finalmente, Carrie es por excelencia la mujer histérica del cine

Tanto Regan MacNeil como Carrie White son dos de las más grandes Scream Queens que ha tenido la industria del entretenimiento. Muchas actrices han venido y han normalizado lo propio, como Jamie Lee Curtis (Halloween), Neve Campbell (Scream) y Sarah Michel Gellar (Sé lo que hiciste el verano pasado, La Maldición), son las jóvenes que después de tener relaciones sexuales serán perseguidas por un asesino. O bien, Nicole Kidman (Los Otros), Naomi Watts (El Aro), Vera Farmiga (La Huérfana) y la mítica Mia Farrow (El bebé de Rose Mary) como las madres desesperadas a las que nadie ayuda a escapar de la persecución del mal, porque por supuesto están locas.

Son las Scream Queens las mujeres pagadas por hacernos pensar que la violencia es divertida e incluso sexi ¿Será el cine de terror otra tecnología de control? Muy probablemente lo sea, como casi todo.

He de decir que en realidad he visto pocas películas de esas que todo el mundo ve y mucho menos aquellas que ganan muchos premios en festivales rarísimos y que terminas viendo en la universidad cuando los maestros no quieren dar clase. Pero si algo ha pasado por mis ojos, son horas y horas de mujeres gritando en el cine. Las he oído mientras como palomitas o es noche de insomnio. Un poco cansado de ver siempre la misma historia con diferentes actrices, me pregunto por qué todas las historias son iguales en esencia. Para comprender al poder es necesario revisar los antecedentes históricos que han permitido la aparición y mantenimiento de sus diferentes tecnologías.


Carrie y El Exorcista aparecen en los años setentas, justo con la tercera ola del feminismo ¿Será que su éxito tenía la función de desestimar el discurso femenino o es una duda muy paranoica? No lo sé, sin embargo por primera vez creo que comienzo a escuchar con atención qué es lo que dice su grito. Me doy cuenta de que es un buen ejercicio ver a las mujeres, la sexualidad y la enfermedad mental en la vida cotidiana. Por supuesto, mucho hay aún que decir de ellas, sin embargo, Carrie y Regan MacNeil son un buen comienzo cuyos efectos aún vemos cada semana en las carteleras del cine. 


martes, 25 de diciembre de 2012

2012, el año de la resurrección


A decir de las interpretaciones de las profecías mayas, era prácticamente improbable que llegara a ver este día y que tuviera un momento de paz y tranquilidad en él, con un humante cigarro al lado que con dinamita y más de mil venenos se consume.

Fue dos mil doce, el año del renacimiento. Equivocados no estaban los antiguos, un ciclo acabó y empezó uno nuevo. Al final, todo salió como esperaba a excepción de que me perdí el fin del mundo en Chichen Itzá y con ello la oportunidad de ver meteoritos donde cinco guerreras y el novio de una de ellas intentaran desviar su desenfrenado viaje directo hacia la Tierra.

2011, año de la destrucción. Me dediqué por entero al caos y sus múltiples máscaras, al desgaste de la energía, a las confusiones del espacio-tiempo, a la caza de corazones puros, a empañar espejos de los sueños y dar por hecho que nunca un resplandor podría hacer brillar la Vía Láctea. Fue el año de Sailor Galaxia, legendaria guerrera de fortaleza aparente, empecinada en conseguir una sola Semilla Estelar de fugaz pero atractivo brillo. Fue el año en el que se forjó la guerrera cobarde.

Inició 2012 casi sin darme cuenta, casi sin querer, casi sin ganas. Era la máquina del conformismo absoluto y la corbata perfecta, la comodidad de la apariencia y la aparente comodidad. Pero allí estaba el inicio del cambio: cuatro paredes, el refugio de la traumática existencia que alberga un consultorio psicológico. Paredes que todo lo oyen, paredes de la pobreza educativa y la flexible ética. Clínica de Atención y Prevención Psicológica del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud, Unidad Santo Tomás del Instituto Politécnico Nacional, con su estudiante estrella a punto de estrellarse en atención psicológica a población infantil.

Profesora de voz aguda, mirada penetrante, imperante es su adjetivo. Revisión meticulosa, supervisión rigurosa, “¿Por qué no dejaste que el niño llorara? ¿Qué te mueve que el niño llore?”. La frase que apuntó a matar. Lágrimas y resistencias, un expediente por hacer y el mismo por siempre postergar. Desorganización, planes de sesión, la total falta de acción.

“Llevas cuatro sesiones sintiéndote cada vez peor, creo que lo mejor es que después de diez años trabajes con un nuevo terapeuta, llevamos mucho tiempo juntos y esto ya no está funcionando”, dijo Delia, la mujer licenciada en Psicología que puede escribir mi biografía.

Tiempo de las separaciones. Primero, uno de mis mejores amigos desde el año 2000, compañero de fiestas, descubrimientos y experiencias, el adiós un conflicto por el objeto de deseo, por ese resplandor fugaz que no le iba a permitir obtener. Traición, capricho o pretexto, no lo sé aún pero desde marzo no hemos vuelto a hablar. Adiós amigo, fue un placer.

Tiempo de las separaciones. Segundo, la conformidad vuelta relación que no soportó mi dramatismo. Agradecido estoy con su recuerdo y apoyo pero dejarnos fue lo mejor.

Tiempo de las separaciones. Tercero, mi psicoterapeuta. Nunca acabaré de agradecer todo lo que aportó a mi vida y las bases que dejó para que por fin pudiera ser feliz, Delia mi pieza clave. Difícil fue comprender que al final no era tan indispensable. De nueva cuenta, dejarnos fue lo mejor.

Pero entre el caos de repente, entre partículas doradas y luces de neón, entre sensaciones pop y cuerpos calientes pude ver una luz. ¿Qué es ese resplandor? Es la Luz de la Esperanza, Señora Galaxia. Era el amor de mi vida, el hombre con el que planeo casarme, aunque claro, entonces no lo sabía. Pero el amigo que nos presentó decidió irse y por alguna extraña razón yo no quise dejar al desconocido que tenía enfrente.

Arquitectura no efímera comenzó a construirse esa noche. Rabioso fue su beso como la canción que sonaba en ese momento, purísimo deseo brindó el escenario que curiosamente lleva el mismo nombre. Con ganas furtivas, sudor y saliva vimos amanecer.

Al irse por la mañana, tan sólo escribí lo siguiente:

“Nos besamos bailando en medio del lugar; la música ya iba llegando al último compás”.

Sí Tiko, ya sabes que es sumamente cursi y predecible citar a “El Baile y el Salón” pero ¿qué más da musicalizar los momentos si con ello se vuelven universales?

Ahí estábamos los dos, dos hombres con cerveza en mano y cigarros en el pantalón, con esos gestos que resultan de vidas que deberían ser satisfactorias y día a día no lo son. Los dos solos con la monotonía a cuestas, sé que al estar allí nuestros ojos se dispusieron a cazar.

Estaban los cuerpos perdiéndose el respeto entre neones y música de Shakira, meseros que transportan viajes de escape de la rutina en cajas de cartón, las gotitas de calor sobre la piel y nuestras ganas de ser de otro, de vernos envueltos de casualidad nocturna, esas  ganas licántropas de aventura y derroche.

El chico no era alguien espectacular. Era uno de esos adultos de aspecto cansado que resultan inverosímiles por su escasa edad. Recuerdo su peinado gracioso y la mirada poco amigable. Era de esos chicos que no llaman la atención a simple vista, un gay más dentro del gayinero.

Pero así son las cosas y esto del histrionismo entrena al histérico a desarrollar habilidades de investigación sobre la vida y obra de la persona seleccionada para poder descartar así la hipótesis acerca de la posibilidad de satisfacer mis pulsiones del ello en su cuerpo.

Quise conocerte. Te conocí y terminé conociendo un poco más de lo que en la vida quiero. No sé si volveré a verle, pero lo que sé es que eso… eso es lo que quiero.

Dice la sabiduría popular que “cuando te toca, te toca, y cuando no, aunque te pongas”, y en efecto, prueba somos de su certeza. Pero la vida trae dificultades, titanes tan grandes como uno quiera hacerlos. Me saludó de frente el monstruo que vive entre las sábanas. Fue el tiempo de pedir ayuda, psicoanalista de orientación lacaniana y escucha activa dos veces por semana. Agradecido estoy por su falta de tacto y sus palabras mortíferas, ayudó a ordenar mi caos, controlar mi destrucción, parar la coreografía del baile de máscaras, del traje del emperador pude darme cuenta al fin.

Ética para amar, ética para escuchar, ética para construir. Los nuevos poderes del Cristal de Plata y los planetas de las Sailor.

Amigas nuevas vinieron, nuevas profesoras y nuevos conflictos. Verónica, Maritza, Ivonne, Elizabeth y mi inseparable Hazel, compañeras de viaje en el último semestre de la licenciatura. Brenda, profesora a la que nada le queda claro y todo le parece extraño. Nuevos pacientes, nuevas historias, nuevas resistencias. La psicología es la ciencia del devenir de las causas y sus efectos en espiral.

El diván, el amor y la amistad, mis grandes aliados en 2012, ingredientes de la receta para ser feliz y para cuestionármelo todo.

Tiempo de cierres. Nueve semestres de licenciatura, la carrera que parecía no terminar ya por fin culminó. Me quedo con el aprendizaje, los buenos momentos y sus malas noticias. Me gradúo como psicólogo, el camino aún es largo pero con la certeza de que no estaré solo, allí estarán las personas que me marcaron en 2012.

Este año también leí el manga de Sailor Moon por fin. Me doy cuenta de que antes no estaba preparado para leerlo. Sailor Cosmos limita a Sailor Chibi Moon para decirle que deje a Eternal Sailor Moon enfrentarse a esa batalla, a la batalla final que es contra sí misma, contra su miedo al Caos. Todo renace en la Estrella Cero de Cordon, o el Caldero, no importa cómo se llame. La línea que separa al Río del Olvido y el Recuerdo es tan sólo la significancia misma, la percepción, apercepción, asimilación y acomodación.

Sailor Cosmos por fin puede ser libre de sí misma para poder ver cómo renace el mundo y ella con él. Lo siento Sailor Galaxia, la verdad es que este no fue tu año, aprendimos que no es necesario encerrar al Caos en tu cuerpo. La luz y la oscuridad se atraen mutuamente y en cada renacer persisten, no puedes ser tan sólo oscuridad. Ya lo dijo Saturn: “Es hermoso el sufrimiento antes de la destrucción... Con el fin siempre llega la esperanza y la resurrección. Soy la Sailor que trae la muerte y la destrucción para que exista el renacimiento”. Y hoy puedo contestar Galaxia a tu trascendental pregunta “¿Qué es ese resplandor?” Se llama esperanza y resurrección, es dejar de querer saber hacer y tan sólo hacer, se llama no querer ser Todo, se llama no buscar placer en la degradación, se llama ética, también respeto, se llama no castigar con la verdad y ser amoroso. Eso Galaxia, es luchar verdaderamente por el amor y la justicia.

Ya lo dijo Sailor Moon “Si eres una Sailor Scout como nosotras, debes de comprender nuestras palabras”. Sailor Galaxia seguirá existiendo, aquí, en mi vida cotidiana y en los ciento cuarenta caracteres, pero ya no con el Caos por dentro, porque por el momento descansa en plena paz.

Gracias 2012, uno de los mejores años de mi vida. Gracias Ignacio, Vero, Hazel, Maritza, Luis, Ivonne, Eli, Laura, mamá, papá, Natalia, Javier, Alejandra, Carlos, Toño, Rodrigo, Manuel, Adriana, Brenda, Angélica, Delia, Chucho, Alejandro, Isaac y sobre todo Bishop, por ser parte de estos 365 días.

Aquí te espero, 2013, nos vemos.